COFFEE BROWN
L O N D O N

Cuando mi primer perro, Pongo, se fue al cielo, el dolor fue tan profundo que no fui capaz de tener otro. Pasaron seis años hasta que la vida por fin alineó calma, tiempo y un hogar. Volví a desear un perro con todo mi corazón y el miedo a la pérdida seguía ahí, porque ese miedo nunca se va del todo.

Entonces llegó Coffee: un dachshund color chocolate, con ojos color miel, como los míos. Dicen que los perros se parecen a sus dueños; yo lo veo más cada día. Creo, en el fondo, que ellos nos eligen: nos miran y deciden quedarse, como si compartiéramos la misma manera de sentir.

Coffee no vino a llenar un vacío, sino a expandir el corazón que Pongo dejó más grande. Me recordó que la verdadera elegancia es la comodidad de estar juntos, y que el lujo real es la ternura que te envuelve cuando más la necesitas.

Si estás dentro de ese duelo, ojalá estas líneas te sostengan: el amor que duele también cura. Pongo me enseñó a amar; Coffee me enseñó a empezar de nuevo. Aquí nació Coffee Brown: piezas suaves, ligeras y hermosas, hechas para celebrar la vida compartida.